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Compartir la vida con alguien, y que la convivencia sea buena, no es tarea fácil.
Lo que en un principio era fantástico, conocer al otro, pasar tiempo con él/ella, hablar e ir descubriéndose, se convierte en no pocas ocasiones en monotonía y muchas veces en intercambio casi diario de reproches, de culpas y de convivencia llena de amargura.
¿Qué pasa para que, si en los primeros momentos cada minuto parece insuficiente para pasar con el otro, luego, sin embargo, se convierte en una agonía?
Dicen que la rutina parece que convierte la relación en tediosa, pero no tiene por qué ser así.
Lo que realmente ocurre es que nos olvidamos del otro, dejamos de intercambiar momentos y conductas gratificantes, hacemos del otro un enemigo en lugar de verlo como un compañero de vida… en fin, que en el camino del día a día vamos perdiendo ese amor que en los primeros momentos de la relación parecía indestructible y eterno.
Por eso es importante:
- No olvidarse que el amor hay que trabajarlo con muchos comentarios y detalles, pequeños, pero positivos. Cuidar al otro e intercambiar conductas gratificantes, que sabemos agradan al otro, hacen que el amor no caduque.
- Escuchar al otro e intentar ayudarle, evitando comentarios despectivos o burlas que agrandan más la distancia emocional. Debemos sabernos aliados y formar un equipo frente a las adversidades o problemas. Ahí reside la idea de saber que contamos con el otro al cien por cien.
- No sacar la lista de agravios del pasado. El reproche produce malestar y aleja a la pareja. Controlar lo que decimos es fundamental. Las palabras a veces no se las lleva el viento y quedan clavadas en nuestro corazón, causando una serie de heridas difíciles de curar.
- Enzarzarse en peleas o discusiones innecesarias no conduce a nada y por lo tanto es mejor evitarlas. En ocasiones es mejor no tener la razón, pero sentirse bien. Usted elije.
- Saber dialogar con respeto y teniendo en cuenta al otro, el momento en que se encuentra. Insistir lleva a la crispación en muchas ocasiones. Es mejor callar y abordar el tema en otro momento de más serenidad.
- Recordar que el amor verdadero exige voluntad. La determinación de que el amor hay que trabajarlo, con compromiso e inteligencia. Y con bondad. No hay que descuidarlo, y solamente así dura.